ACUCAR: En Asturias, espiar, mirar a escondidas.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Nepal. Día 3. Kathmandu-Jiri



  

Kathmandu, 04:30 de la mañana del 13 de octubre,  empieza el show. Salimos de entre las sábanas sabiendo que no veríamos otra cama normal en muchos días, abandonamos nuestra ropa de civil en una bolsa y nos enfundamos en las prendas sintéticas que conforman nuestros disfraces de montaña, y que a la postre serían nuestro atuendo diario durante 19 días. Con un nudo en el estómago formado por los nervios y la emoción, nos encaminamos al comedor, en busca del desayuno que habíamos concretado en recepción para esa hora...ilusos...la primera en la frente...todo el personal durmiendo en el suelo de la recepción y de nuestro desayuno nada...¡nuestro autobús sale en media hora!...Uno de bultos del suelo se levanta con los ojos medio cerrados, enciende las luces del comedor y se adentra en la cocina de donde sale al cabo de unos minutos con los desayunos. Unos 15 minutos después llegan Krishna y Utop con nuestro taxi...intentamos buscar la cámara oculta pero no conseguimos verla...el taxista, Krishna, Uddhav, Rebeca, yo, las mochilas de los cuatro y los petates y el coche es un Suzuki similar a un Ford fiesta de los antiguos, todavía no se cómo, pero entramos...y comenzamos a derrapar por las calles de Katmandú en dirección a la estación de autobuses.
Nuestro flamante taxi

Estación de autobuses de Katmandú, visita obligada para todo viajero. Es una explanada de tierra junto a una carretera, llena de autobuses sin ningún orden aparente, entre vendedores ambulantes de frutas y verduras, y flanqueada por unas casetas de madera destartaladas en las que sirven comidas no muy apetecibles. La situación es desconcertante, por todos lados se escucha gente gritando, chirriantes silbidos...caótico. Tras preguntar, nos acercamos a un autobús de línea regular que parece sacado del programa Carreteras del Infierno del Canal Xplora, y entre empujones y codazos nos encajamos en dos plazas de la zona intermedia del autobús... ”esto es estrechísimo no se como vamos a aguantar 10 horas aquí”... ”ya te digo, me duele todo y no hemos hecho más que sentarnos”...pero uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde...ahora nos dicen que esos no son nuestros asientos...”venga ya, ahora me dirán que esto está numerado”...pues si, aunque parezca mentira están numerados, y nos otorgan un sitio en la parte delantera del autobús pegados al parabrisas, de apenas 50cm de largo, sentados de forma lateral en relación a la marcha, con las piernas embutidas entre las que piernas de los de enfrente y con los pies girados 90º para poder encajarlos en el hueco, para nosotros dos y nuestras respectivas mochilas, vamos, un lujo. 
Entre coloca aquí esa pierna y sáqueme usted ese codo de la boca, continuamos estudiando “la organización” de la estación hasta que le empezamos a dar un poco de forma. Las gritos, son la megafonía propia de cada autobús, en el que hay 2 encargadillos que constantemente gritan el destino del vehículo, los silbidos guían las maniobras de cada vehículo y los golpes en el lateral del autobús indican al conductor cuando tiene que parar o continuar.
Tres golpes fuertes en el lateral del autobús, unas voces anuncian a gritos ¡Jiri, Jiri, Jiri, Jiri, Jiri!....nos ponemos en marcha, vamonooos!!!!.

La mecánica del viaje es sencillísima, el conductor va a toda ostia, nosotros con nuestras plazas de copilotos world rally car, sufrimos en cada curva, cada adelantamiento y cada pasada junto a un precipicio, se hacen paradas para seguir recogiendo gente ¿¿pero dónde los vais a meter??, pues nada, no problem, cuando ya se han cubierto las aproximadamente 30 plazas, entran otros 30, persona o animal, en el suelo, en el techo, todo vale...y de cuando en cuando, parada técnica en medio del camino y todos abajo a vaciar la vejiga...uff se agradece.

"Pis Stop"
Cuando parecía que ya nada impediría la gangrena de mi pierna izquierda, milagro !!! hacemos una parada de poco más de 10 minutos, en la que nos da tiempo a estirar las piernas, comer un plato de dal-bhat (arroz con sopa de lentejas) en un chiringuito que era para verlo, y le sacamos una foto a una pequeña pocahontas, todo un record.

Pocahontas
Poco después, como 50 km antes de llegar a Jiri, nos encontramos con el camino cortado, un autobús ha pinchado y a su conductor le ha parecido ideal de la muerte  cambiar la rueda en medio del camino. Justo en ese momento llega el Manolo Nepalí de turno con su camión, y ya conocéis el típico dicho de "tira que libras"...pues no libraba...y luego cuarenta ingenieros alrededor de los dos vehículos para diseñar una estrategia...o para adelante o para detrás...tampoco había mucho para elegir.
"Dale un poco más, dale, dale....¡¡para, para, para!"

Tras 10 interminables horas de autobús para recorrer aproximadamente 190 km, llegamos a Jiri, como decía Rambo...no siento las piernas.
Dejamos petates y mochilas en el Lodge y salimos a conocer esta pequeña aldea, final de “carretera” y punto de inicio de nuestro trekking. Como lugar de paso habitual para trekkers, hay varios alojamientos en los que poder descansar y cargar un poco las pilas.
Se respira ya la vida rural del auténtico Nepal, todo toma un cariz especial, aunque la pobreza y la falta de recursos, como el agua corriente, se hace patente en cada rincón de la aldea.
Rincones

El pueblo tiene una pequeña stupa de oración en su parte más alta, y en su parte baja una escuela técnica de oficios, que visitamos en compañía de un grupo de pamploneses con los que hemos coincidido (en el Alsa a Madrid, en el vuelo de Qatar, ahora en Jiri...¿nos volveremos a ver?) y que un orgulloso “Jirinés” nos explica voluntarioso.
Escuela Técnica de Oficios de Jiri
Anochece muy pronto, entre las cinco y media y las seis de la tarde, por lo que nos volvemos al Lodge, cansados del duro viaje, y nos tomamos un té tranquilamente mientras charlamos con el resto de huéspedes. Aquí conocemos a Edu, un catalán de Girona que nos acompañaría casi todo el viaje
  El simpático dueño del Lodge nos ameniza una temprana cena, con un gracioso repertorio de frases en español, de las cuales un "Hasta la vistala" quedaría grabado a fuego en el repertorio de guías, porteadores y clientes. 
El día ha sido largo, encendemos el frontal y nos vamos a probar nuestros nuevos sacos de pluma, mañana empieza lo bueno, tenemos muchísimas ganas de ponernos la mochila al hombro y comenzar a caminar...to be continued










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