16 de octubre. Amanece
tímidamente sobre la ladera sur del valle del río Kinja, en la que está situado
Sete. La fría y estrellada noche que nos envolvía hace unas horas, ha dado paso
a una mañana también fría pero con alguna que otra nube, lo cual presagia que
el habitual encapotamiento que se produce a eso de las tres de la tarde, se
adelantará irremediablemente. Rbkina y yo compartimos una tortilla de verduras
y unos pancakes de chocolate y manzana regados con Black tea, que a la postre
resultaría poco, y nos ponemos la mochila en los hombros.
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Foto recuerdo con el amable dueño del Lodge de Sete. |
La primera parte del
día se presente ante nosotros sin darnos la más mínima tregua para digerir el
desayuno, ya que debemos salvar los aproximadamente 1.000 m que nos separan del
Lamjura Pass (3.530 m),
punto más alto del recorrido entre Jiri y Namche Bazaar. El camino asciende
empinadamente por un denso bosque húmedo, con nudosos arces y abedules y
enormes rododendros recubiertos de líquenes y musgo, combinado con trabajados
tramos de escaleras y aderezado con numerosos chortens y stupas que debemos
rodear dejándolos siempre a nuestra derecha. Resulta curioso pensar como en el
Pirineo y demás cordilleras de la península, la vegetación comienza a desaparecer
gradualmente a partir de los 1.500
m, siendo la roca a partir de los 2.500 m la única
protagonista, y aquí estamos a 3.000
m rodeados de frondosos bosques y tierras de cultivo.
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Rbkina y Edu por el bosque de rododendros. |
En
Goyam, a unos 3.200 m,
realizamos una pequeña parada para tomar un té, mientras vemos como las nubes
van ganando terreno sobre el paso que tenemos que alcanzar, interrumpiendo
también de esta forma el tráfico de las avionetas que circulan entre Katmandú y
Lukla.
Rodeados por la niebla y con la
reserva de carbohidratos encendida y pitando estrepitosamente, alcanzamos los 3.530 m de Lamjura Pass, el
que será durante unos días para Rbkina, para mi, para Edu y alguno más, nuestro
record de altitud ya que este punto supera la cota de cualquier cima de la
península ibérica, si, si, si, ya se que el Teide son 3.718 pero mírate bien un
plano porque está en Canarias, no en la península. Este será nuestro punto de avituallamiento,
en el Lamjura Snow View, un oscuro y acogedor Lodge en el cual comemos de
maravilla y en exceso, se suceden los turnos para sentarse junto al fuego y
darle al fuelle, y donde conocemos a dos simpáticas hermanas austriacas. Sopa
de verduras, patatas salteadas, arroz con verduras, momos (una mezcla
entre las empanadillas españolas y los pierogis polacos), un auténtico banquete
al que solo le falta la copa y el puro, pero toca volver a coger la mochila y reemprender el camino, ¡en pié pandilla de vagos!.
Vigilados de cerca por la niebla,
iniciamos el descenso hacia Jumbesi por un marcado sendero entre rododendros y
alguna que otra casa, en busca de un poco de sol que nos caliente la espalda.
Justo antes de llegar a Jumbesi,
tomamos un desvío a la izquierda para visitar un impresionante monasterio
situado en una ladera sobre el pueblo. Tierras de cultivo muy bien preparadas,
animales, edificios para el alojamiento de los monjes, el centro de culto y una
esplendida escuela, forman las instalaciones del monasterio de Jumbesi, el cual
visitamos en compañía de un joven monje. En el recinto se respira una sensación
de paz y tranquilidad gratificante, que acompañada de la amabilidad de los
monjes invita a relajarse por completo. Lo que más nos llama la atención es la
escuela, aulas sin sillas ni pupitres, sólo alfombras y cojines, pizarras en
las que aún están reflejadas las últimas lecciones de inglés, una foto del
Dalai Lama, imágenes de Budha y sus enseñanzas…
Silence is Prayer. Prayer is Faith. Faith is Love. Love
is Service. Service is Peace.
Tras dejar un pequeño donativo,
nos encaminamos hacia Jumbesi (2.700
m) donde nos alojamos en el Sherpa Guide Lodge, en el
que tras una ducha reparadora y un té calentito, pasamos la tarde un rato
leyendo y otro compartiendo experiencias con otros trekkers alrededor de la
estufa. A las 7 la cena, macarrones y apple pie, buena compañía y Krishna cantando la
cucaracha ¿qué más se puede pedir?...to be continued
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La vida cotidiana. |
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Encontramos al hijo de Sandokan. |
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El niño de rayas esta dentro de un tronco movil, vale, vale, sin ruedas, pero os juro que era en forma de coche. |
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Krishna, el protagonista de la película, luciendo palmito. |
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El camino que lleva al Lamjura Pass |
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Aproximándonos al Lamjura Pass, con la niebla al acecho. |
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Entre banderas |
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La stupa de Lamjura. |
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Los deliciosos momos...me da hambre solo de verlos. |
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Rbkina que siempre anda lista, pilla sitio junto al fuego con Krishna y un aventurero de Virginia. |
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Nuestras amigas austriacas. |
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Praying on the top |
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Estas banderas han dejado de rezar. |
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Por el bosque hacia Jumbesi |
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Se moría de risa cuando le enseñé la foto |
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Un recodo del camino presidido por el Om mani padme hum, el mantra más famoso del mundo del budismo |
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Downstairs way |
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En el fondo del valle Jumbesi, sobre él, en la ladera de la izquierda, el monasterio. |
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Este little monk nos enseño las instalaciones del monasterio |
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Last lesson |
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No todo va ser rezar y estudiar... |
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Salimos del monasterio por la puerta orientada a Jumbesi |
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Nuestra humilde morada en el Sherpa Guide Lodge de Jumbesi |
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En el interior del Lodge, Rbkina acucando fuera del toilet |
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Dinner time...más de eso ya no puedo abrir los ojos.. |
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Presidiendo la sobremesa, la estufa, pegado a ella, Stoner, que sigue dando muestras de flaqueza. |
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