ACUCAR: En Asturias, espiar, mirar a escondidas.

lunes, 22 de abril de 2013

INVERNAL AL CASTILLO DE ACHER CON ESQUÍS.





Lunes 15 de marzo. Matemáticamente la ecuación es sencilla, si sumas buen tiempo, nieve, un día libre de semana y alguien con las mismas ideas enrevesadas que tu, el resultado es una fokeada de las de marcar en el calendario...Con todos los aparejos cargados en el coche, a las 7 de la mañana Raúl y yo ponemos rumbo al valle de Hecho para atacar las laderas del Castillo de Acher.
A medida que ascendemos por el valle oscense la idea de un porteo largo se hace cada vez más evidente, lo cual se confirma al salir de la Boca del Infierno, estos últimos días de componente sur y temperaturas veraniegas han hecho estragos en el manto blanco, pero es lo que toca...
Con la silueta del Castillo alzándose imponente ante nosotros, el de Echavarri con las raquetas en la mochila, y yo con las botas y los Seven Summits a la espalda, dejamos el coche en la zona de parking de Oza (1.125 m), justo debajo del Campamento Ramiro el Monje, y comenzamos a caminar por un marcado y señalizado sendero que atraviesa el bosque. El camino asciende de forma sostenida y evidente, entre árboles y múltiples arroyos de deshielo. Cruzar el Barranco Espata nos obliga a improvisar ya que baja fuerte y bastante crecido, por aquí no que me da la risa, por aquí tampoco que tiene tela, que si por este tronco, que si mojando un poco los pies, cuidado con el bastón, ojo con los esquís que se enganchan en las ramas...bueno un poco de película pero pasamos sin mayores problemas.
Fuerte torrente en el Barranco Espata.

Continuamos ascendiendo por el bosque siguiendo el camino de verano y comenzamos a encontrar las primeras lenguas de nieve, pero aún sin continuidad para poder calzarme los esquís. Esto no ocurrirá hasta salir del bosque aproximadamente a unos 1.600 m. Eliminar el peso de los esquís y las botas de la espalda es como una bendición y a partir de  aquí comienzo a trazar carril buscando la subida más liviana y por ende separándome un poco del de Tierra Estella que gusta de subir a picu como decimos en Asturias, con sus raquetas.
El camino es evidente, una vez fuera del bosque buscamos la salida del barranco por su margen derecha hasta superar el refugio  que dejaremos también a nuestra derecha. En este punto tomo rumbo norte para superar mediante una amplia zeta una zona de bandas rocosas y situarme en un falso llano a aproximadamente 1.850 m  bajo la mencionada pala sur de nuestro objetivo, en la que se evidencia la brecha de entrada al valle interior. Aquí hacemos un meet point, tras el cual yo voy buscando un ascenso diagonal para empezar a trazar zetas mientras Raúl ataca la pala por la línea de máxima pendiente, to tieso. Tras superar más de la mitad de la pala abriendo huella con los esquís, zeta tras zeta y con la nieve poco amistosa, el tema se va poniendo pindio, por lo que decido cambiar esquís por pintxos, y tras montar todo el petate a la espalda me uno a la línea que sigue Raúl. Esa parte final se nos hace especialmente dura, abrir huella con la nieve transformada, y hundiéndonos hasta los calvin klein, supone una paliza de las que no se olvidan, sobre todo si llevas esquís a la espalda. La pala no está en las mejores condiciones de seguridad, hace calor, tiene unos 35º, una carga de nieve transformada considerable y observamos un par de grietas de unos 8 metros de largo y con una profundidad suficiente como para hacerme pensar repetidamente en el arva, no me gustaría estrenarlo hoy, y a poder ser nunca la verdad.
Raúl titánico abriendo huella.

Tras alcanzar la brecha con la reserva encendida, hacemos una breve parada para llevarnos algo a la boca y recuperar fuerzas, disfrutando de las maravillosas vistas que ofrece el valle interior del Castillo que tiene una acumulación de nieve excepcional para un mes de abril.
Tras la carga de hidratos, Raúl continúa ruta mientras yo me entretengo en calzarme de nuevo los esquís, y así me dan alcance dos maños con pintxos y piolo que han aprovechado nuestra huella de subida evitando así una paliza monumental, por lo que me dan las gracias sonrientes mientras yo maldigo nuestra mala suerte.
Desde este punto la ruta transcurre por un evidente flanqueo próximo a la arista de las almenas del Castillo, que rodea el valle interior en sentido antihorario, para alcanzar la vistosa punta norte de 2.384 m, en la cual el espeso manto de nieve oculta buzón y similares. Compartimos cima y fotos con los dos simpáticos aragoneses, el viento sopla con fuerza mientras disfrutamos de unas vistas espectaculares, ya que pese a estar el cielo cubierto, las nubes son altas y no ocultan ninguna cima. Desde Infiernos y Midi, hasta La Mesa y el Acherito, pasando por el Bisaurín,  todo forma una grata recompensa para la vista.
Vista hacia el Peña Forca desde la pala cimera.

Tras unos minutos de deleite, iniciamos el descenso por el mismo camino de subida. Con los esquís aprovecho la pala cimera para hacer unos giros hacia el valle interior, sin perder mucha altura para evitar remar en el flaqueo hasta alcanzar la brecha de salida.
Los dos aragoneses han puesto la directa y se han lanzado por la pala haciendo “culoesquí”, lo cual me facilita las cosas, ya que así no tengo que preocuparme de distancias de seguridad más que con Raúl.
Alcanzo la brecha dispuesto gozar de un intenso descenso, no sin antes hacer memoria de la localización de las dos grietas. La nieve está estupenda, y se deja hacer, sopita primaveral de calidad, pero observo que con mis giros voy soltando pequeñas coladas de nieve que se deslizan lentas pero sin detenerse vertiente abajo. Voy realizando paradas para visualizar al compañero y en una de estas, al girarme, una bola de nieve del tamaño de una rueda me pasa a menos de un metro…ups!. Tras comunicarme con Raúl y establecer un punto de reunión, me lanzo a los metros finales de la pala sacándoles brillo a los Seven Summits.
Unos metros antes de la zona del refugio cogemos un barranco situado a nuestra izquierda, el cual habíamos memorizado al subir, y que mantiene continuidad en la nieve permitiéndome bajar esquiando hasta entrado el bosque, disfrutando de un bonito tubo.
Una vez en el bosque, esquís y botas a la espalda y vuelta al coche por el mismo camino de subida. Abrir la huella con la nieve tan transformada ha sido duro y nos ha demorado en exceso, pero con porteo incluido, las vistas del valle interior y sobre todo la calidad del descenso recompensan con creces la subida.
Una caña en Hecho y vuelta a la civilización haciendo planes para la próxima escapada…

Altitud máxima: 2.384 m
Distancia total: 11 Km
Desnivel total positivo: 1.260 m.
Dificultad: Media.

La figura del Castillo de Acher vista desde la zona de parking de Oza junto al Campamento Ramiro el Monje.
Porteo.


Desvío señalizado, ambiente primaveral.
El camino por el bosque.


Primeras lenguas de nieve en el bosque.

Raúl en el último tramo de bosque.

Con los torreones del Castillo vigilando, paramos a montar esquís y raquetas.

Refugio del Castillo de Acher.

Rumbo E


El cielo encapotado sobre los occidentales.

Llegando al falso llano. A la izda. un alud de fusión desprendido de la zona de rocas.


¿¿¿Hay que subir todo eso???
El ascenso con esquís obliga a una amplia diagonal hacia el E para remontar. El descenso es directo entre las dos zonas de roca.


Nos vamos de pintxos.

Vista de la cima al entrar al valle interior por la brecha.
Últimos metros a la brecha.

Por la arista de las almenas circunvalando el Castillo.

Ladies and Gentlman...el Pirineo occidental.

Valle interior.

Raúl y los dos maños rumbo a la cima.

Foto de cima, esta vez si.

Piolets on the summit.

Raúl en la cima con La Mesa, Petrechema, Acherito, Chinebral y compañía.

Cima con el Bisaurín de fondo.

Iniciando la bajada.



Primeros metros en la brecha de salida.



Descenso sin forfait.


Las murallones de Costatiza a mitad de la pala de descenso.

Peña Forca y Lenito.

Sobre raíles.

Lonely boy

¡¡No me pises la huella!!

Un tubo para disfrutar.

Últimos metros para el bosque.

Deshielo.

Primavera.

Oza



Mapa de ruta.

Perfil de ruta.

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