ACUCAR: En Asturias, espiar, mirar a escondidas.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Nepal. Día 5. Bhandar - Sete.




15 de octubre. Aún no termino yo de encajar lo de irse a la cama a las 8 de la tarde, así que vuelven a dar las 5 de la mañana y ahí está Jorge explorando todos los rincones del saco Rab, ¡que envidia me da Rbkina durmiendo placidamente!
Nos despedimos de Bhandar con un último vistazo a su monasterio.
A las 7:45 más o menos, nos ponemos en ruta por un camino rompe-piernas, que entre subidas y bajadas, desciende desde los 2.200 metros de Bhandar hasta los aproximadamente 1590 metros de Kinja. Continuamos disfrutando del Nepal más rural, y de la ausencia de turistas, una autentica delicia. Compartimos senda con Edu, 4 navarros de la Sakana (Joseba, Raúl, Felix y Txomin, “menudo cachondeo se traían los Nepalíes porque allí llaman txomin a los spaguetis”), una pareja canadiense, una pareja australiana, una pareja estadounidense, dos chicas austriacas y algún indocumentad@, un lujo internacional.
Cada recodo del camino nos descubre nuevas curiosidades de este encantador país, y nos adentra más y más en esta cultura rural, donde los cultivos y el cuidado de los escasos animales centran el día a día. Durante todo el recorrido, tanto en los pueblos como fuera de ellos, la arquitectura local mezcla pintorescas casas de piedra y madera de ventanas azules, con precarias construcciones de barro y bambú trenzado, que te hacen pensar en lo dura que puede resultar la temporada del monzón en esas viviendas. Canastos y mantas llenas de maíz secando al sol comparten protagonismo con una cabra que vive como uno más de la familia, esta a su vez con un grupo de niños camino del colegio y estos con duros porteadores cargados de mercancías.
El cauce del rio Likhu nos obliga a cruzar dos puentes colgantes para llegar a la aldea de Kinja (1.600 m), donde tenemos previsto parar a comer, si, si, ya se que son las 11 de la mañana, pero es lo que hay…el almuerzico que dirían en Navarra. Hacemos el “pit stop” en un pequeño Lodge situado en el centro del pueblo, dónde tenemos la suerte de poder visitar una cocina típica del Nepal rural, construida de piedra y barro, alimentada con leña y limpia y ordenada como pocas, de la que salen exquisitos platos típicos. Aquí todo se prepara en el momento, a medida que la gente llega y va pidiendo, lo cual unido a que tan solo disponen de un fuego, implica una espera entorno a una hora para comer, pero ya sabemos que lo bueno se hace esperar.
Tras reponer fuerzas, dejamos a Krishna y Uddhav disfrutando tranquilamente de su Dal Bhat, y continuamos camino atravesando Kinja, aldea que al igual que la mayoría de pueblos de estos valles, tiene su calle principal adoquinada con grandes losas de piedra extraídas y trabajadas de forma artesanal en los montes cercanos, y colocadas a modo de calzada romana. Al final de pueblo, entre dos casas, en una pequeña abertura del valle y en un momento puntual en que las nubes se despistaron, pudimos ver a lo lejos nuestros primeros seis miles cubiertos de nieve, emocionante.

Al fondo se ven nuestros primeros seis miles cargaditos de nieve.
La subida hacia Sete, unos 1.000 de pendiente pronunciada y sostenida, comienza con un largo entramado de escaleras artesanales, unas excavadas en el camino y otras formadas por bloques de piedra colocados a conciencia. Durante todo el trayecto, y a medida que pasan los días, se hace patente la deforestación provocada por la tala para conseguir leña para cocinar la comida de locales y turistas, y para las estufas que ambientan casas y lodges.
De nuevo la nubosidad creciente nos recuerda que ya ha pasado el medio día, y mientras niños y mayores siguen siendo los protagonistas indiscutibles del recorrido, el camino nos muestra un impresionante paisaje de profundos valles fluviales, cuyas laderas trabajadas para formar bancales de cultivo se encuentran salpicadas de bonitas y pintorescas construcciones. Y así, en algo menos de 3 horas, alcanzamos Sete (2.600 m) nuestro objetivo de hoy, una pequeñísima aldea formada por escasamente media docena de casas, de las cuales 3 son lodges, situada a medio camino entre Kinja y el Lamjura Pass.
Mientras Edu, Rbkina y yo nos tomamos tranquilamente un té, aparece el artista de Krishna con un pollo bajo el brazo que ha comprado en Kinja para cenar esta noche, esto promete. El se encargará de la matanza y limpieza y Uddav hará las veces de cocinero.
Una agradable tarde entre té y plática como dirían en los culebrones, en la que ya toca sacar de la mochila la chaqueta de pluma, nos dará paso a la esperada cena de pollo. La sopa estaba buenísima, el arroz también y las patatas fritas excelentes, pero el pollo…que artistas…pechugas, zancas y todo aquello que pudiera tener carne no llegó a la mesa de los trekkers, eso sí, no faltaba ni un solo hueso, je, je, je, intuíamos que un pollo para 10 sabría a poco, ellos también así que optaron por una decisión salomónica, carne para los nepalíes y huesos para los guiris je, je, je….así que nada, entre todos nos hicimos una risa con el tema, nos tomamos un black tea y al saco que mañana será otro día…to be continued.


En Bhandar...el jefe de la barraca.

La senda a media ladera que baja hacia Kinja.

Esta jovencísima mamá nos enseñaba orgullosa a su bebe mientras le daba de comer un poco de arroz.

Típica construcción rural.

Tener un animal es poco menos que un tesoro, leche, carne...


Suspension bridge.

Llegando a Kinja

Puerta de entrada a Kinja.


El tamaño si importa.

Nada que envidiar a Eva Arguiñano...
No solo de pan vive el hombre.

El cazador cazado.

The toilet, la cisterna es manual, esa jarrita que hay dentro del cubo...

Por las calles de Kinja.

 
Colores

Snickers and species.

Separando el grano de forma manual.

Rbkina y edu, de escalera en escalera...que verde se ve todo por estos valles


Los niñ@s, siempre los niñ@s

...¿qué pensarían si supieran que hay gente que se desespera si no funciona el whatsapp?...

Entre maíces.

La vuelta al cole aquí se hace de otra forma...


Invitado especial para la cena.

Ya os dije que pareciais la portada de un disco...

La hora del té.








No hay comentarios:

Publicar un comentario